Bueno pues ahora porque me da la gana, la pongo. Porque aun pareciéndome una de las más hermosas canciones de amor que conozco, ya casi la había olvidado. Sonó la noche de San Juan en el Parque Bruil mientras la hoguera los iluminaba a todos. Cuando saltaron las llamas, cuando bailaron las brasas , cuando pidieron al fuego lo que el fuego no podía darles. Pero la música, y la noche los hizo benditos y poderosos. Tan benditos y poderosos que llegaron a olvidar que la esperanza es la más perversa de las emociones, y que no hay que esperar nunca nada, de ningún estado ni de ningún dios. En su éxtasis se atrevieron a soñar y creyeron que una mañana cualquiera, la Vida iría a despertarlos con un beso en la boca.
Ya es 7 de Julio, cada uno es cada cual y cada cual en su sitio. Milagrosamente aquella noche la felicidad duró algo más de cinco minutos que, como todo el mundo sabe, cinco minutos es lo que dura la felicidad.
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PREHISTORIA: este post pertenece a mi antiguo blog «Un puñado de canicas» publicado el 7 de julio del 2015
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